les enfants in temperley.
28.11.03
Martes último de un octubre último
Camila tenía seis años cuando la enviaron a un colegio de monjas. Sus padres, sin ser catolicos, pensaron que en un pueblo tan pequeño, y con sus propias historias de vida, era mejor para ella crecer aislada de una sociedad tan particular. Ella fué sin demasiado chistar. ¿Qué puede decidir una niña de seis años?. Las aulas eran pocas, las galerias, impecables, bordeaban un colorido jardín por flores y un bebedero en el centro y un vitral esculpido.
Teodoro y Eva, sus padres, se habían conocido fuera del pueblo. Si bien Teodoro había nacido muy cerca de allí, en la ciudad capital, vivió allí desde su niñez toda. Eva había venido del extranjero junto a su hermano Hugo y su madre viuda. Ella era adolescente entonces, y guardaba todas las características de las muchachas disconformes. Camila guardaba cierta particularidad de los dos, por supuesto. De su padre había adoptado la lucidez, la voluntad del profundo pensar en algo hasta que el mismo análisis se convierta en una poda, en el juego de rompecabezas pero al revés, comenzando desde el final. Algo de inhumano, como una supercomputadora, registraba todo de modo sistemático. De su madre, Camila recibió un particular cariño. Camila aguardaba con ansieddad cada vez que su madre iba a besarla. Esa misma ansiedad heredada de su madre callada, práctica.
Los hechos, ahora que Camila nos recuerda jamas serán contados. Camila es una persona común, ¿Qué creian?. No hay relato continuado.
Hoy un hombre se salto a la verdad, hoy un hombre le escapo a la muerte
¿Y que pasa contigo?
Hace dos meses
Hace mas de un mes
Cuatro y cinco noches...
Dos días que puedo dormir
Y todo ese tiempo junto que se junta.
¿Cómo esto siempre me recuerda a alguien?
Muriendo solo, ja!
Sin amor, ja!
marcos
26.11.03
The real murder ballads
Ok, quizá tengas razón. Vamos a hacer de cuenta que soy el único culpable aquí, el imperfecto. Por mi te desilucionaste. Ok, partamos de la base de que solo suponemos, pero que lo que está escrito aquí, fué dicho alguna vez. Esta vez no voy a escribi en forma de dialogos. ¿Necesitas leer de nuevo, volver a recomenzar este escrito?
Comienzo dos
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuenta que soy el unico culpable aquí, el imperfecto.
Por mi te desilucionaste.
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
Vamos hacer de cuentas que soy el unico hijo de puta,
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuentas que fuí quitándote el brillo.
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuentas que me haces un ruido en la cabeza como nunca tuve.
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón. Vamos a hacer de cuentas que te decepcione
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón. Vamos a hacer de cuentas que volviendo a mi te apagas, te volves loca, te moris.
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuentas que me cansas,
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo.
Ok, quizá tengas razón. Vamos a hacer de cuentas que no te soy suficiente,
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuentas que me desquilibras,
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuentas que me duele hacerte lo que sufro,
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
. Vamos a hacer de cuentas que me amas, que yo te amo,
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuentas que nos malintepretamos
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
. Vamos a hacer de cuentas que todo el tiempo es lo que nos cuesta todo el tiempo tratar de entenedernos
Ok, eso se dijo y no hay forma de tergiversarlo
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuentas de que nos potenciamos nuestras propias enfermedades.
Ok, quizá tengas razón.
Vamos a hacer de cuentas que no hay calma, ni tranquilidad, ni nada parecido al bienestar.
¿Vamos a hacer de cuenta?
¿Vamos a hacer cuentas?
¿Hasta donde llega el amor?
La medida del amor es que no hay medida
¿Hasta donde esto se prolonga?
marcos
25.11.03
Los heridos fueron llevados a dos hospitales. Por cuestiones de espacio físico en aquellos centros de atencion medica, tuvieron que ser trasladados a dos hospitales. He aquí que surgen dos personas en la lista de los heridos que dos deciden por voluntad, deseo y palabra propia, de ser llevados a una clínica. Clinica significa centro de atencion medica, con resguardo privado, gastos adicionales, tecnologia de iguales caracteristicas o mas avanzada que ciertos hospitales publicos, y cobertura del cuidado y asistencia de la salud. Todo esto a cambio de un módico precio, exceptuando los impuestos, claro.
Los dos heridos fueron llevados a la clinica, entonces. Eran asistidos de la misma foma que los heridos del hospital, ya que todos presentaban las mismas heridas y padecimietnos de tal accidente. La gravedad de algunos de ellos, solo respondía a la fortaleza de sus cuerpos a tal impacto y a la versatilidad de los medicos por salvarles.
Si alguien entendió esto, por favor escribame, estoy desesperado.
Si alguien no ha comprendido nada de lo que aquí se haya escrito, solo habrá ganado mi decepción y se hará acreedor de mi desconsideracion.
21.11.03
Si el océano te separa no fuí yo quien regó ese mar con lágrimas
Esto podría ser un cuento. Esto podría ser una metáfora. Esto podría ser una analogía. Este relato podría ser un hologarama.
¿La tragedia nos iguala?.
Ayer ocurrió un accidente. En una ruta provincial, Entre Ríos, un omnibus repleto de gente chocó contra un camión que transportaba decenas de tanques de gas. No se quien embistió a quien. El chofer del camión sobrevivió. Declaró ante la policia luego de haber sido llevado a ralizarse un exhaustivo examen medico. No la misma suerte corrieron los demás. Cerca de cuarenta muertos y decenas de heridos acontecieron en un cruce de rutas en los que no habia iluminación alguna. La provincia de Entre Ríos es húmeda y suele tener niebla en sus caminos. Conozco muy bien esos parajes de tales características. Y mi escasa experiencia de conductor por rutas solitarias y casi desérticas me hacen estar en lo cierto cuando escribo eso, sé por que lo hago.
Los muertos muertos están. Las familias deben estar viajando en este preciso instante. No sé de donde provenía y ni hacia donde iba. Solo el desastre es aquí el punto. El principio de mi pregunta origina todo esto. El principio, que es una pregunta en este texto, no me ha llevado a pensarlo tan raudamente. De hecho, estoy pensando cosas hace mas de largas horas de encierro insalubre.
Los muertos, muertos están.
20.11.03
Se abre la piel por encima de mis manos. En la palma de mis manos tengo mas que líneas, algunas capas de piel que se levantan y termino por sacarla. Voy despacio, no quiero lastimarme mas de lo que estoy. De a pedacitos la voy retirando de lo que es mi cuerpo, de lo que fué. Haber pertenecido a estas manos que te han tocado como nadie.
Yo solo sufro mi condena por ser, existir y estar.
Y si digo existir, hablo solo del pensar que existo, el ser y estar es solo un factor ambulante y transitorio.
Te dije antes que me quitaría la vida en cualquier momento, y hoy solo quiero vivir; y no puedo.
Es hora de irse...¿Los encontraré a ellos?
Lunes
Anomia
¿Te encontraste con ella?
Anomia, improceder
Te escuché hoy, y fué como si hubiera sido todo el día
¿Sabes? En realidad no me acuerdo ni qué ni como viví hoy. Me acuerdo, si de las palabras que dije o escribí, de las cosas que hice y comí, pero no puedo tener un recuerdo preciso de mi sensación ni de mi estado.
Anomia, alguna vez hablamos de esto. No pensé jamas que esto ocurriría así.
Ayer te escuché, la última vez que te ví no tenía ganas de hablar, podía escucharte, si, pero no me hablaste como ayer. Me preguntabas, y preguntar obliga a una respuesta. Y si hay respuesta hay contestación, y asi se entabla un diálogo. Y yo no quería hablar y te escuché, escuché tus preguntas y te dije que no queria hablar. Y ayer, la última vez que te ví, me hablaste cuando yo quería conversar.
Estamos a destiempo.
¿Qué puedo hacer desde un principio que no te cause tanto mal?
¿Si yo me fuí antes porque permanezco aquí?
Todavia puedo al menos, permitirme escribir. Y soy directo y no. Y soy asi. Mi dirección solo sigue el sentido de las palabras cuando las escribo asi. Y al diablo si no te conforma. No puedo escribir un texto, significaría mentirme. La poesia es verdad, no hay nada mas directo que eso en mí. Si, soy directo, al menos en mis poesias lo soy. ¿A que debimos jugar? Temprano, bien temprano.
La comedia de los juegos tempranos.
La tragedia de los besos griegos.
La manera de ver las cosas despedazandosé, sin rumbo alguno
La fuga interminable de capitales de cariños
La lastima a la angustia
La locura insoportable
La distancia ciega
La enfermedad constante
19.11.03
Ella me llama por teléfono y no sé lo que quiere. Dice que quiere verme y no se anima a salir. Digo que no tengo fuerzas y me entiende. Voy a azotarte con mi latigo de la memoria y eso no va a detenerte. Ni hacerte cambiar por nada.
Te preguntarás por que siempre hago todo a mi modo. Y estás desaparecida, como un barco fantasma en el que pienso. ¿Dónde estarás navegando estos días?. ¿Por qué lugares?
¿Por qué?
Dale chance al tiempo y se que me perderás
Nada me retiene ni me gana
Nada excepto mi propia enfermedad
Paralizante arrastre de estados
Si, estado solitario
Estado totalitario
Hoy me ves a mi sumergido en un mar de serpientes
Hoy me ves en tu imaginación, en tu imagen del recuerdo
Hoy no me ves como antes y como nunca
Lo registro todo, con mi cámara química de ojos
Con lo que miro alcanza y basta para saber lo que mas sufro
Es una entera despedida
Enferma despedida
No eterna despedida
17.11.03
“Cuando oí los sonidos definitivos me sentí conmocionado. Eran tan poco característicos, tan distintos de los sonidos limpios que siempre habían preferido los Beatles... En esa época, Phil Spector era el compinche de John... Me quedé perplejo, porque sabía que Paul jamás habría accedido a algo semejante. De hecho, lo llamé y me dijo que nadie se sentía más sorprendido que él.” La declaración, publicada por la revista Rolling Stone, era de George Martin. Allí también aclaraba: “Siempre se entendió que el álbum sería diferente de todo lo que los Beatles habían hecho antes. Sería genuino, sin sobregrabaciones, sin edición, verdaderamente en vivo, casi de aficionados. Cuando John trajo a Phil Spector contradijo todo lo que había dicho en un primer momento”.
Habían pasado pocos días desde el 8 de mayo de 1970, la fecha en que Let it Be salió a la venta después de un año de haber sido terminado (y descartado) y después de un disco que, en realidad, ya había sido la mejor despedida posible, Abbey Road. Martin había sido una de las piezas clave en la música de los Beatles y en ese disco en que no había participado más que como oyente volvía a serlo. La ausencia de Martin es allí tan audible como la tosquedad de la línea de bajo que Lennon toca en “The Long and Winding Road”.
En la misma época en que el disco que no debería haber salido a la venta lo hacía, McCartney tenía un drama de conciencia. Allen Klein les estaba robando todo lo que podía y, para salvar a los Beatles, no encontraba otra manera que enfrentarse a ellos. “¡Eso sí que fue un trauma!”, cuenta en la biografía/diálogo escrita por Barry Miles (Hace muchos años, Emecé, 1999). “No sólo los Beatles se habían separado –el más fabuloso de los grupos y las más agradables de las personas– sino que los otros tres Beatles, esos verdaderos amigos míos desde mucho tiempo atrás, mis más íntimos amigos, eran ahora mis peores enemigos de la mañana a la noche. Desde la infancia yo había formado parte de ese grupo, había crecido con ellos, eran mi familia, mi escuela, mi vida.” Cuando Let it Be salió a la venta, Lennon ya hacía siete meses que se había desvinculado del grupo, lo que quería decir, simplemente, que los Beatles ya no existían. Sin embargo, como si se tratara de la muerte de un gran estadista (tal vez lo era) la verdad se ocultaba rigurosamente.
El 10 de abril, Apple había producido su última gacetilla en nombre de los Beatles y era, claro, falsa. La había escrito Derek Taylor y la había pasado a máquina una secretaria que tenía el mejor nombre de secretaria inglesa que pueda imaginarse, Mavis Smith. Decía: “Ha llegado la primavera y mañana Leeds juega contra Chelsea, y Ringo y John y George y Paul están vivos y llenos de esperanza. El mundo aún gira, y también nosotros y ustedes. Cuando deje de girar... entonces habrá que preocuparse. No antes. Hasta entonces, los Beatles están vivos y gozan de buena salud, y el Beat continúa, el Beat continúa”. Parecían decir “todo saldrá bien, déjalo correr” (que es más o menos el sentido de “Let it Be”). Salían a desmentir rumores e, incluso, al entonces biógrafo oficial del grupo, Hunter Davies, que había afirmado en el Sunday Times que “después que John formó pareja con Yoko Ono, el resto de los Beatles no existió más”. El mundo, en efecto, había dejado de girar y a la manzana de Apple ya le habían encontrado el gusano. Let it Be es la historia de esa historia. Y es una historia que recién se contará del todo, por primera vez, pasado mañana, cuando la versión original, sin los cambios que Lennon hizo sin consultar a McCartney, salga a la venta en todo el mundo. El título es Let it Be... Naked. Y en la tapa están las mismas cuatro fotos de la versión de 1970. Pero, por supuesto, en negativo.
La importancia de ser honesto (o de llamarse George Martin)
La palabra “honest” tiene, en inglés, un matiz levemente diferente del de su traducción literal al español. “John dijo que no debía haber ecos ni sobregrabaciones ni ninguno de mis artilugios. Debía ser un álbum honesto”, contó George Martin. No se refería a combatir ninguna deshonestidad que pudiera haber habido en el Album Blanco o en Sgt. Pepper sino, más bien, a algo que tenía más que ver con la franqueza, con el despojamiento, con cierto tipo de autenticidad en una época (y en un género como el rock) en que la autenticidad era esencial en la construcción del valor. Uno de los grupos más vendedores de Estados Unidos, The Monkees, había visto cómo se desbarrancó su carrera cuando se supo que habían sido “inventados” por un casting. Qué tocaban realmente los músicos que tocaban, cuánto y qué le agregaban los productores de los sellos discográficos, cuál era el sonido verdadero de un grupo, resultaba fundamental en un momento en que, además, el virtuosismo instrumental había hecho su entrada y empezaba a ser considerado por el público una variable de peso. A fines de los 60 ya habían aparecido músicos como Jimi Hendrix, Eric Clapton y Jimmy Page. Los Beatles, en ese sentido, habían quedado fuera de competencia. Correspondían a una idea anterior de lo que era un grupo de rock. Por un lado eran mucho más avanzados que cualquiera de sus posibles competidores (aunque, como demostraría Abbey Road, el límite de ese avance era el propio límite del género de la canción pop). Pero, por otro, no eran capaces de un solo instrumental como los que empezaban a escucharse en ese entonces. Esa incapacidad los llevó a tener algunos solos geniales, absolutamente atípicos y fuera de cualquier modelo de virtuosismo, como los de George Harrison y Ringo Starr en Abbey Road, pero ése no era un formato que pudiera repetirse en cada tema.
Se ha dicho que en Let it Be hay una búsqueda de algo que tiene que ver con el pasado. Con la recuperación de cierta magia perdida. Para Paul fue el acto desesperado de reencontrar las causas a partir de la reproducción de sus efectos. Con esa vuelta al modelo de banda de club, a la época de los comienzos en Hamburgo, lo que quería recobrar era la amistad, el grupo de pertenencia perdido. Para John se trataba de otra cosa, de defender un modelo musical en contra de otro, de reivindicar la sencillez y el despojamiento como estética. Pero, además, en ese disco hay una búsqueda de presente. Eran los años de las largas zapadas. Santana y Hendrix tocaban en Woodstock, el jazz había hecho su incursión en el rock por el lado de Miles Davis (y de instrumentistas como John McLaughlin) y ese espíritu ya formaba parte de lo posible. El modelo del grupo que hacía canciones directas y, en principio, bailables, iba quedando relegado al mundo de lo más comercial. Los hijos de la clase obrera y de las escuelas públicas de arte que habían inventado una nueva manera de hacer canciones eran víctimas del desarrollo que habían propiciado. Los que habían empezado a hacer música en 1966, 1967 y 1968, con Rubber Soul, Revolver y Sgt. Pepper en la cabeza, ya tocaban mucho mejor que los Beatles.
“John había dicho que si una canción no les salía bien en la primera toma, la grabarían una y otra vez hasta lograr lo que querían”, contaba Martin. “Fue espantoso; hacíamos toma tras toma tras toma. Y John preguntaba si la toma 67 era mejor que la toma 39.” En el camino, se agregó un tecladista que habían conocido en Hamburgo, Billy Preston, y, finalmente, Lennon decidió recurrir a su amigo Spector. En esas cuerdas espantosas, en los hastiados metales, en la grasitud inconmensurable del coro de “The Long and Winding Road” no había, sin embargo, error sino elección. John quería precisamente eso. Y quien tenga dudas, que escuche “Imagine” y se lo imagine con orquestaciones de George Martin. Desde el punto de vista de McCartney, no hay duda de que hubiera sido una canción mucho mejor.
Teoría del caos
Una estructura compleja tiende al caos, explican los matemáticos. Y los Beatles lo eran. La combinación de esos átomos dependía tanto de sus propias valencias como de montones de variables externas. Y si todo equilibrio es inestable, ése lo era aún más. Estaban los talentos individuales, por supuesto. Pero estaban, también, las cosas que uno y otro hacían para imitarse, para ser mejores que el otro en el terreno del otro. Lennon y McCartney (sepan disculpar los revisionistas, pero tanto la existencia de los Beatles como su imposibilidad pasó siempre por ellos) eran, cada uno, dos al mismo tiempo. Ambos eran capaces de ideas geniales y ambos podían caer en la cursilería con gran facilidad. Se habían formado solos y se habían formado con su época. Provenían de una posguerra en la que faltaban padres y en la que la amistad y la vida en las calles (y los bailes) había sido esencial y donde los discos de rhythm & blues norteamericano habían ocupado un lugar ritual. Ambos habían conquistado un saber nuevo, gobernado por reglas que ellos mismos habían forjado (y donde la grabación del sonido había reemplazado la lectoescritura) y ambos eran, también, ignorantes de mucho de lo que necesitaban para conquistar esos nuevos territorios en que se aventuraban.
George Martin, a quien nunca se le hubiera ocurrido una canción por sí solo, tenía, en cambio ese saber. Y además, escuchaba. Era capaz de darse cuenta por dónde iba la imaginación de John y Paul y ofrecerles lo que buscaban. Pero, sobre todo, John y Paul competían entre sí. John trataba de ser mejor Paul que Paul y viceversa. Eso compensaba la simplonería de John y la grandilocuencia de Paul. Eso hacía que Paul fuera capaz de “Oh Darling” y John de “A Day in the Life”. Eso hacía que el todo fuera superior a la suma de las partes (y, desde ya, a las partes por separado). Entre lo que unía las piezas de los Beatles estaba la amistad, pero esa clase particular de amistad que excluye cualquier otra cosa. La amistad de adolescentes que tienen tiempo para dedicarse a ella y que son capaces de poner absolutamente toda su libido allí. En los Beatles no había lugar para otra vida privada que no fueran los Beatles. En la película Help aparecían viviendo en una misma casa –una casa Beatle, con desniveles Beatle, delirante pero, en el fondo, lógica y ordenada– y era natural. Nadie podía imaginárselos viviendo en distintos lugares, desayunando por separado en hogares decorados con diferentes estilos y teniendo otros amigos que no fueran ellos mismos o los amigos del grupo. Los Beatles eran la explicitación (y la fundación) del mito del grupo. Un mito que, como todos, tenía su origen en la realidad. “Los Beatles eran una pandilla, una familia, un entorno”, contaba McCartney a Barry Miles. “Éramos todos íntimos de todos. Sabíamos cosas de los otros que la mayoría de la gente ignoraba. Para todos era una familia. Creo que el grupo se disolvió porque ya no podía dar más como familia. Había dado seguridad, afecto, humor, ingenio, dinero, fama, pero llegó un punto en que no daba excentricidad, no daba vanguardismo, no daba espontaneidad, no daba flexibilidad, ¡no daba audacia! Creo que para todos nosotros fue bueno que se terminara cuando lo hizo.”
Podría decirse que el límite musical de los Beatles fue Sgt. Pepper. En el Album blanco comienza una vuelta atrás y, además, los bordes de la estructura se van desdibujando. Hay átomos cuyas conexiones son cada vez más débiles y se nota. Es un disco genial, que anticipa no sólo la disolución de los Beatles sino la del propio rock, por la vía del punk. Hay maravillosos momentos Lennon y hay maravillosos momentos McCartney, además de alguno que otro maravilloso momento Harrison. Pero hay ya pocos momentos Beatles de la vieja escuela. Quizás el átomo que desestabilizó toda la cadena haya sido Yoko Ono. Tal vez no. Es posible que haya sido la edad. O la época. O el caos. Que lo mismo que había posibilitado la existencia de los Beatles (la amistad y la rivalidad de John y Paul) los llevara a la ruptura. En unas conversaciones entre ambos, grabadas por Anthony Fawcet en septiembre de 1969, John dice: “Si te fijas en los discos de los Beatles, buenos o malos o como los consideres, ¡verás que el que ha tenido más tiempo extra eres tú! Por la única razón de que trabajabas así. Ahora, cuando entramos en un estudio no quiero tener que someterme a tus juegos para conseguir espacio en el álbum, ¿sabes? No quiero tener que sufrir pequeñas maniobras o cualquiera que sea el nivel en que eso se maneje. Renuncié a pelear por un lado A o por conseguir más tiempo de estudio... No tengo la energía ni los nervios para imponerme, ¿sabes? Así que me relajé un poco... Nadie se relajó nunca; tú no te relajaste en ese aspecto”. Después se escucha una de esas típicas discusiones que sólo terminan bien en las películas comerciales estadounidenses, cuando uno de los dos es capaz de decir que él fue el que entendió mal y que todo fue parte del amor y la admiración. En cambio, Paul dice que le dejó más espacio pero que John no hacía nada para ocuparlo y Lennon replica que para qué iba a hacer algo si sabía que no iba a tener espacio. Entonces, los Beatles hacen Let it Be, que originalmente iba a llamarse Get Back y que dejan de lado cuando se dan cuenta de que nunca podrán ser esa banda que allí intentan. Como si dijeran “aunque sea una última vez, hagamos lo que sabemos” vuelven a un pasado más cercano (aunque ya agotado) y enrulan el rulo (por lo menos en lo formal) de Sgt. Pepper. Y se despiden con Abbey Road.
Los dos mitos
Hay dos mitos simétricos e igualmente falsos –o igualmente ciertos–. Uno es el que asegura que Lennon era el rebelde y el vanguardista y McCartney el conformista, el autor de canciones amables e inocuas, para el gusto de niñas, señoras y burgueses. En realidad, allí Paul ocupa el lugar que en otro mito, más abarcador, tienen los Beatles en su totalidad, mientras que John sería el equivalente interno de lo que, a nivel cósmico, son los Rolling Stones.
El otro mito, el alimentado por Paul y sus biógrafos, es el que cuenta la historia con él como el buscador de novedades, como el único que iba a conciertos de música contemporánea, el que grababa en su casa loops y hacía procesos experimentales con cintas y, de paso, como el que introducía en la droga nada menos que a Mick Jagger. Más bien, en el enfrentamiento entre las estéticas de ambos aparece la lucha entre dos modelos de vanguardia, en puja en los finales de la década de 1960. La vanguardia europea y la vanguardia estadounidense. La que rompe con la tradición a partir de la exacerbación de esa misma tradición y la que la rompe en pedazos. La académica y la antiacadémica. El vanguardismo de McCartney es cercano al de Stockhausen. El de Lennon al de Cage, las instalaciones y lo performático entendido como estética. Las cuerdas de Let it Be, entonces, son una declaración de principios y, también, de debilidades. A Lennon no le interesa más la sofisticación de George Martin. Pero tampoco es capaz de aguantarse el disco como estaba y, además, al renunciar a cierto tipo de modernidad lo que hace, en lugar de adscribir a otra, es retroceder a un punto anterior a la modernidad. Let it Be, en la versión Lennon/Phil Spector, es el disco más cursi y sensiblero de los Beatles. La versión original, la descartada, es fallida. Si se la piensa en relación con Sgt. Pepper, el Album blanco o Abbey Road es apenas un intento infructuoso en una dirección imposible. Pero no es cursi ni sensiblera. Y escuchada hoy, sin el peso de las comparaciones, es una versión en la que hay algunas cosas extraordinarias, entre ellas los temas más execrados desde la barricada de los muchachos lennonistas, “Let it Be” y “The Long and Winding Road”. Otros dos temas que con Spector habían sufrido especialmente eran “Two of Us” y “I Me Mine”. Bienvenida la honestidad. Los Beatles, sin agregados ni trabajo de composición en estudio, no serían una banda virtuosa a la manera de Cream pero estaban bastante lejos de sonar mal. La batería y el bajo en “The Long and Winding Road” no son los de un disco terminado, es cierto. Pero allí alcanza con la voz de McCartney. Igual que en “I’ve Got a Feeling”, donde Paul demuestra, por si alguien sigue teniendo alguna duda, que no hubo otro cantante blanco de rhythm & blues que le llegue a los talones.
Let it Be... Naked tiene algunas novedades, además, en el orden de los temas y compensa dos exclusiones con una inclusión por un lado y todo un disco extra por el otro. Lo que queda afuera es “Dig It” y “Maggie Mae”. Lo que entra es “Don’t Let me Down”, en su momento lado B en el simple Let it Be. El cd comienza con el tema que le iba a dar su título original, “Get Back”, y termina con el que le dio el definitivo, “Let it Be”. El masterizado es nuevo y el grupo suena aquí con un realismo increíble, poniendo en escena, en todo caso, que el proyecto –incluyendo la película– se trató del primer reality show de la historia. Y el disco adicional, en el que las voces de los Beatles se intercalan con fragmentos de ensayos y grabaciones realizadas en el estudio, en enero de 1969, funciona casi como una pieza radiofónica a la manera de Mauricio Kagel. En el comienzo, la introducción de lo que después sería “Sun King” (una canción incluida en Abbey Road) se enlaza con “Don’t Let me Down”. Y allí sí, entre otros diálogos y zarandajas, aparecen “Maggie Mae” y “Can You Dig It?”. Después, más voces y, al final, 32 segundos de una toma inédita de “Get Back”, un tema que en su edición argentina se llamó, hace ya mucho tiempo, “Toma revancha”.
En dos notas hoy, acerca de un músico que luego de tanto tiempo se resalta, y el aniversario de la muerte de un prometedor actor, silenciado bajo el amparo hipócrita de hollywood, los dos autores de las notas, plantean la misma visión con respecto al destino trágico de los dos artistas. Uno actor, el otro músico, los dos con sus respectivas genialidades. Las dos notas se centran en el análisis de las dos vidas en cuanto a su psiquis, a la fomación que tuvieron de sus padres, a la atención que estos le dieron y como fueron tratados por ellos.
Yo estoy tratando de bucear lo mas hondo en estos días
He sentido como un atropello ciertas acciones que, lejos de haberlas predecido, se convirtieron en realidades inobjetables.
Supongo que en esto puedo hacer mi juicio de valor. Pero sin arbitrariedades, los hechos resultaron tal como sucedieron, el ausentismo resulta en mí como un efecto de caída; la maquina de hacer cosas que soy contribuyó a resaltar una obra inquietante.
Asi estoy, dividido entre esas dos paredes de las que no puedo salir. Dividido, partido en dos, al medio o quizá, partido en partes asimétricas, pero en dos. Sin calcular que porción corresponde mas que a la otra, estoy sintiendo el arrastre de estos días como enfermas nieves que me congelan.
Hay cosas que parecen inquietarme mas que otras. Y a veces no tengo tiempo para ocuparme de todas. No tengo por que hacerlo, claro que no. Pero la idea de estar solo frente a todos, como un desequilibrado mental en guerra contra la sociedad, no me parece que sea una buena posición para mi.
marcos
10.11.03
No sabes rodar y yo estoy en coma
Salpicado por veneno ingrato, bruma de mierda
Yo no soy yo y vos estas lindante a mi
No en mí sino a mi lado te extravias
Me canso, me canso tan repentinamente que no puedo mover un dedo para pedir auxilio o tratar de llegarte y darte una caricia.
Me tardo horas en sacar una palabra de mi
No soy un juguetillo, ningún motor para darle cuerda
Tracción de sangre o infusión
Las tragedias cotidianas que nadie escribe ni describe, esa es la matanza.
De vidas con corazones rotos, llenos, deshauciados, plenos, malos, todos corazones rojos, envuelto en coronarias, venas, y arterias, como una enredadera en paredes frías, humedas de lluvia, paredes que sostienen levantamientos, estructuras, paredes humedas.
Oí que las palabras que no salen de tu boca asfixian. ¿Será esto la explicación de mi fatiga?
Un claustro escondido donde no puedas precisarlo, donde encierran a los locos. Me rebelo en contra de la inocencia de los inocentes, les grito: ¡Vulgares!: Ustedes son como todos los demás. Tienen derecho a pemanecer callados, cualquier palabra que emitan es usada en su contra.
marcos
7.11.03
Hace años decidí cumplir siempre la misma edad. Solo me acompañan mis íntimos pasajeros periódicos el trance que es mi vida.
Hoy fué el día que, de un momento surgió un nuevo instante. Un instante de no retorno.
Una señal de que las cosas que suceden, un hecho claro, fáctico, real y claro, producen el momento fundamental de quiebre. No creo que esa situación deba ser especial. Cualquier detalle que surja puede convetirlo a uno. Cualquier detalle que desequilibre todo un sistema o al menos un antisistema. Nada existe por ausencia de lo opuesto. Cualquiera puede volverse loco con solo mirar dmasiada tv.
La línea está arriba de esta hoja que escribo sin remediar nada. Una línea superior a las palabras.
¿Dije que hoy es un día de no retorno?
Pues bien; si ella me trata de mentiroso, pienso que ya nadie podrá creerme.
¿Me estaré volviendo loco?. ¿O ya lo estoy y soy?
¿Será que no acabará nunca esta sensación de que me estoy volviendo cada vez mas insano en mi mente con un malestar incurable, ya que, justamente, esa sensación interminable me lleva hacia un punto indiscriminado, una caída sin fondo?
¿Acaso será una caída eterna ésta?. ¿Cómo la de ciertos sueños?.
Que descanses. Yo estoy del otro lado. La pared es parte de mi. Y se interpone entre vos, tu sueño y tu dormir, y yo, con un insomnio cerrado, con agotamiento fisico - mental, crisis nerviosa, inestable.
Vuelvo a levantarme otra vez. De la cama al living. Me levanto y vuelvo, cada vez, en instantes a verte dormir, reflejada en mis ojos tan abiertos como despierto.
Enteros ojos infinitos que te ven; que no solo te ven sino que mas bien te miran.
Yo no sé como la gente se difraza. Digo, conozco muchas máscaras que me han mostrado, varios tamaños, precios, gustos y colores, Variada gama de hipocresía y talento en el arte del mentir. Nunca me agradaron las máscaras. Yo prefiero las corazas, los escudos. Prefiero esas gentes que tienen para decir lo que en su silencio perdura. Y permanece hasta que pueda escucharlos. Yo no soy digno de mi. Solo tengo cierta estatura para complacerte y sentirme bien por ello.
Sentía que con ella no habia peligro; esa sensación de seguridad plena que todo lo ampara.
Sin miedos ni síntomas de depresiones. A veces suele presentarse una sola vez en la vida. Otros esperan eternamente el gran premio a sus días, autómatas, inacabados días de estampida.
No había ojos que la ayudasen a convertirla en el extraño ser que era. Necesitaba al menos una razón para comprenderlo, para explicar el secreto del día. Cada nueva mañana, confiaban decirse nada, hasta la noche, lugar donde todo se acabaria por que volvían a ser ellos, a estar juntos, a convidarse el uno al otro el amor que les habian arrebatado algun tiempo ya otros infames
- Pensaste que me acostumbraria...no es verdad.
- Todo volverá a su forma inicial, algun día.
Si, algun día, dijo ella y sintió que su hombre había perdido las esperanzas y, cayendo resignado a los designios del tiempo, había trazado una línea de culminación con ella, sintetizado una vida junto a ella a punto de culminar, de acabar para siempre o para nada, o para nunca.
marcos
4.11.03
¿Qué podría pasarle a una mosca, cuando, liberada, descarga veneno en la comida del gran rey?.
¿Qué vas a hacer ahora, con tus andrajosos arapos de música de papel, condimentada por oídos sordos que te despreciaron?. ¿Qué vas a hacer, con todo tu sentido crítico hacia la historia?.
Pesada, solo oigo tu tormento en mis sueños, que no son mas que pesadillas abandonadas en mí como para castigarme. No soy otra cosa, a veces, que un prisionero perturbado. Directo hacia mi cabeza apunta tu recuerdo.
Y me aíslo mas en mi sombra de dureza, de silencio. Nada que contarle a los demás. Que comprendan. Si es tan solo las palabras inventadas por mí en este descalzo sinceramiento.
Y ahora esta ella, hablándome del muro creado dentro mío, que no me permite salir, como si yo fuera una abeja encerrada en un panal.
Ahora está ella y me mira, pero no me ve. Por que sino me comprendería de otro modo, del que yo deseo, y no del que ella me ve. Pero he dicho que no me ve. Solo me mira, y suspira un aire triste, de mujer acabada, pero la necesito para sentirme fuerte. Pero ella no esta dispuesta a ayudarme mas alla del interés que tengo por ella.
Ella, ahora está ella hablándome de una coraza, de lo grueso, de cómo he ido transformándome en un niño que se cierra cada vez y cada vez urge por salir, que cada intento es vano, que cada fuerza resuelta negativa.
No he tenido que expresarle mis ideas por que no quiero contar. Simplemente ir a estar con ella cuando pasen los minutos. Hablo a ella de ella y la siento mas en ausencia que cuando me habla o me ve, o siento que requiere mi presencia en ella. Todo ella. A veces me creo imprescindible y no quiero morir. A veces quisiera que me dejaran solo, por un momento largo, otra vez. Y sin decir nada, que comprendan mi necesidad.
Tengo una moneda quebrándome la cabeza. Moneda, simbolo falso. Dinero que necesito.
Robar, matar, ¿Qué condena puedo obtener?
Dinero que nadie me da, que no quiero recibir más que como compensación por algo que doy o hago.
Y lo que hago soy, según ella.
Y lo que doy es lo que soy yo.
Lo que hago es lo que soy para ella y para todos los demás que me miran como si estuviera loco. ¿Y todavía no saben que lo estoy realmente?. ¿O solo hacen de letristas bien iluminados, con sus alas zagaces de libertad comprimida, secuestrada?. Su libertad que revolotea como un elefante. Como nada, en verdad. Las apariencias, el teatro. La estupidez de ser sincero cuando estás frente a una montaña y creés que podés hablarle y que ella te escucha con admiración, con atención voraz. Un grito. Una libetad truncada de ellos.
Yo soy libre y voy a decidir muy protno de nuevo como vivir en libertad. Voy a decidir, siempre lo estoy haciendo. Si no, no puedo seguir. Decidiendo cada día que soy y como soy.
La libetad revindicada, la libertad que somos y que tuvimos.
La libertad que me detesta de quienes dicen llamarse amigos solo por que la palabra es usual y cotidiana. La libertad , en tal sentido, tan anacrónica y delirante. La libertad de ellos y ellas, burlona, repulsiva, represeiva.
marcos
3.11.03
Parece que me acodara de mi sueño de ayer
Y es verdad, incomparable tal situación. Yo estaba sentado ante una mesa muy grande. El mantel, de color bordó, sostenía encima suyo toda clase de mangares. Vajilla de plata, servilleteros dorados. Comida grandilocuente, postres sabrosos, impensados. Pero si ahí, frente a la vista que en mis sueños vieron. Junto a la mesa estaban sentados además que yo, mi padre y mi madre, mis hermanos y no recuedo bien, quienes mas estaban allí. Sí había otros. El solo convencimiento de mis sueños los clasificaba de familiares, pero no puedo asegurar que hayan sido estos mis tíos o abuelos o primos o alguna clase de persona por ligamiento sanguíneo. No, solo reconocía en mi compañía, a quienes mencioné antes.
Hubo silencio hasta que escuché la voz de alguien. Yo estaba sentado en una de las cabeceras de la mesa. El sonido, la frase, aquella voz que despertó a todos provino de aquel otro extremo. Comenzó en mi un convertimento espectacular. Ya no era yo sino un yo mas salvaje y extremadamente verdadero, auténtico, liberado, feroz; por que alli, en mi sueño, desataba toda mi ira contenida sobre mis padres. En vomitos de palabras llena de hostilidad y furia, les hacia saber mi sentimiento hacia ellos, que no fueron más que una negación en mi ligamiento biológico, como les escupía en la cara. Pero no lo pensaba así. Notaba que estaba pensando a la vez que soñaba,. Pero me dejaba correr por la sangre que ardía dentro de mi. Solo podré saber por qué lo hacia cuando vuelva a soñar algo parecido. Y siempre se sueña distinto. Asi que perderé todo aquel ocaso. Recuerdo también la nube que se tejía sobre mi. E inflamaba en todos los presentes una clara incomodidad que los perseguía en el silencio mas hondo. Los hundía sin decir palaba, sin accionar, al menos para que me callara yo, tan sobervio, tan enfurecido, tan viceral.
No importaba demasiado cuan fuerte les gritara. Sé que jamás les grite así en vida.
Recuerdo a mi mamá totalmente alterada, confusa, pero silenciada por su propia impotencia.
Había un peso mental que me hacia permanecer en el sueño, yo en mi edad actual y ellos en la edad de su muerte. Me quedaba yo tendido después en ese mantel bordó, como agotado por tantas palabras, por tanto grito. Yo, recostado sobre aquel mantel bordo, rendido por un cansancio atroz, sin volumen, pero con todo el aniquilamiento a mis espaldas.
No podía callar., pensé. Debía se tal vez en este sueño donde yo me portara con total sinceridad.
Debía ser así, cuando desperté aliviado, confome de haber soñado algo que me librara , aunque sea por un momento de aquella pagina maldita en la historia de mi vida que no ha vuelto a ser mas nada. Solo odio, náusea. Pesadumbre de saberlo todo en mis recuedos, como penumbran las imágenes y los hechos en uno cuando ajeno a ese deseo, rondan en una mente y un cuerpo insensato.
m.
Hasta cuando voy a esperar para empezar? Excusas tendré siempre, no puedo confiarme al tiempo. Primero el cuarto fue chico, después la casa fue chica y ahora todo es demasiado grande. No es así de simple mentirse, por supuesto. Pero créanme, puedo convencerlos a todos de lo correcto y necesario de cada una de mis decisiones. Sigo siendo una niña caprichosa aguardando el regalo esperado para Navidad. Sólo que después de veintidós años de serlo conseguí perfección en el arte de defenderme de tremendo insulto.
Hacerse cargo. Lo repetí un millón y medio de veces y sé que es lo que tengo que hacer yo en vez de predicar. No se quien carajo soy sólo porque tengo pánico, un pánico terrible e inmovilizante de hacerme cargo de lo que eso va a implicar necesariamente. Y ahora tengo que buscar un departamento. Transitivamente, debo conseguir trabajo y mantenerlo. Teleperformativamente sólo debo hablar bien en inglés y vender mucho. Vender celulares para conseguirse una vida, cuán patético suena eso? Ahí estoy yo de nuevo, encontrando excusas nobles, libertarias e incomprendidas para no hacerme cargo una vez más.
Sólo necesito hacer todo bien esta vez. No estoy segura de poder soportar otra derrota. Por culpa mía o del resto del mundo es igual, no quiero más culpas porque no quiero más estupideces que después hacen doler. Necesito que se rían conmigo. Please help. I guess I need you all more than ever.
a.
ps. know this is a happy note after all...